martes, enero 28, 2014

Nuestro vino no es agrio

En homenaje al 161 aniversario del natalicio del Héroe Nacional de Cuba José Julián Martí Pérez (28 de enero de 1853 - 19 de mayo de 1895)
Ángel Luis Martínez Acosta
28 de enero del 2014

¡Cuántas veces hemos escuchado o leído, a cubanos y extranjeros, hacer la siguiente afirmación!: "Ya lo dijo Martí: Nuestro vino es agrio... pero es nuestro vino"

La repetición mecánica de esta frase, usada en ocasiones como "demostración" de que se conoce el ideario martiano, ha logrado cierta carta de ciudadanía en un amplio círculo de personas hasta el punto de admitirla como cierta.

Aún es peor el hecho de interpretar que Martí era pesimista en relación a la posibilidad de los cubanos de salir adelante ante cualquier circunstancia con un determinado grado de dificultad, ya que, no importa lo que se haga, "nuestro vino es agrio"

Buscando entre la papelería martiana no he encontrado la frase en cuestión. En cambio, sí aparece un pensamiento que dista mucho del que se ha propagado, tanto en su texto como en su espíritu. La afirmación martiana es la siguiente:

"El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!" (1)

A fin de dilucidar este equícovo creo que es necesario analizar esta idea martiana en el contexto en el que fue expresada.

Este pensamiento se encuentra en el ensayo "Nuestra América" publicado el primero de enero de 1891 en la Revista Ilustrada de Nueva York y reproducido el 30 de ese mes por el diario mexicano "El Partido Liberal".

Es conocido que Martí tenía dos grandes pasiones socio-políticas: la independencia de Cuba y el engrandecimiento de América. Y precisamente en este ensayo confluyen ambos objetivos.

"Nuestra América" se publica después de realizadas la Conferencia Internacional Americana y las reuniones de la Comisión Monetaria. En este ensayo expresa sus ideas acerca de cómo garantizar la independencia real de los pueblos americanos y asegurar un camino efectivo para el desenvolvimiento futuro de nuestros pueblos, en la medida en que critica a quienes aducen una supuesta falta de capacidad para gobernarnos democráticamente, a la misma altura que otros países.

Para Martí la clave del problema latinoamericano no radicaba en su incapacidad para gobernar sino en la insistencia de reproducir en nuestros países fórmulas políticas aplicadas en Europa y en los Estados Unidos. Por eso decía: "...el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés..." (2)

De acuerdo a su análisis la América hispana tenía su propia identidad, sus propios problemas y necesidades, diferentes a los del resto del mundo. Por eso llamaba a desarrollar políticas y formas de gobierno que se ajustaran a sus particularidades. "El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país." (3)

Martí no se opone a que se apliquen políticas tomadas de otros países o continentes. Pero a su juicio deben ajustarse a las realidades de nuestros pueblos, deben responder a nuestras necesidades. "Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas..." (4)

Y es precisamente en este contexto en que se inscribe el pensamiento inicial al que hacía referencia. Lo hace de manera metafórica, algo muy frecuente en la producción literaria martiana.

Conociendo hasta aquí los elementos que forman este juicio y el contexto en que fue expresado trataré de "interpretar" dicho texto. Dice Martí: nuestro vino (es decir, nuestra política) de plátano (aunque el plátano no es oriundo de las Américas si es un cultivo común y que de cierta forma podemos llamar "nuestro"); y si sale agrio (es decir, si nos equivocamos), es nuestro vino (es decir, es nuestra política). Nada tiene que ver con la extendida afirmación de que nuestro vino es agrio o amargo.

Relación de Notas:

(1) Artículo "Nuestra América." En ‘El Partido Liberal’. México, 30 de enero de 1891. En Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Tomo 6. Página 20.
(2) Ídem. Página 17
(3) Ibídem.
(4) Ídem. Página 18.

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