lunes, mayo 22, 2006

¿Cubanos buenos? ¿Cubanos malos?

© Ángel Luis Martínez Acosta.
Caleidoscopio

José Martí, el más grande de los políticos cubanos, iniciaba con estas palabras su histórico ensayo "Nuestra América": "Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra."

La realidad política de Cuba de los últimos 45 años está marcada, entre otros rasgos, por esta idea de aldea, de considerarnos ombligo del mundo, en parte como resultado de un proceso de involución de las ideas y su reducción a cuatro o cinco consignas que a modo de tópicos trazan no sólo la vida social sino el comportamiento y el modo de pensar de muchos cubanos.

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